Las castas de la fotografía

Hace unas semanas, en la puerta de la multitudinaria inauguración de una exposición, un conocido, que pasaba por allí, me preguntó quién era ese fotógrafo que congregaba tal gentío. Como el acto se retrasaba, la conversación se alargó y estuvimos hablando sobre quién corta el bacalao y quién no se come ni un torrao en el panorama fotográfico español.

De cuando en cuando recibimos consultas de los lectores de Cienojetes sobre este particular, así que hoy he decidido abordarlo. Pero como la cosa tiene su intríngulis y es difícil de desembrollar, he decidido ayudarme de un gráfico.

El mundillo fotográfico tiene mucho en común con el sistema piramidal de castas hindú. Nos valemos de la India por ser éste un país muy recurrido para trabajos de todo tipo en la fotografía contemporánea española. Por problemas de espacio, aclararemos antes que las caritas son ilustrativas: ni son todos los que están, ni están todos los que son. (Pinchad sobre la pirámide para agrandar si es necesario).

Los brahmanes (maestros, sacerdotes) componen la casta más alta. En fotografía se llaman popes porque todo lo que dicen va a misa. Nadie se atreve a contradecirlos en público. Son grandes teóricos, muy influyentes. Pueden compatibilizar su labor crítica con otras profesiones: fotógrafo, comisario, visionario, director de algo, etcétera.

Los chátriyas (gobernantes, guerreros). En el ámbito fotográfico hablamos de grandes editores, dirigentes de importantes festivales y/o empresas del sector, directores de renombradas escuelas, etc. En el caso de fotógrafos, tienen que ser genios y referentes imprescindibles y se les puede llamar «maestros», junto a unos pocos de la casta siguiente.

Los vaisias (comerciantes, artesanos). Podemos incluir aquí, entre otros, a galeristas importantes, pequeños editores y comisarios y a fotógrafos con grandes ingresos o con renombre. Para éstos, podemos valernos de varios indicadores a modo de ayuda: haber vendido muchos libros (fanzines y cuadernillos no valen) o tener al menos un “superventas”, que resulte obligatorio ir a sus inauguraciones o charlas, haber recibido o no un Premio Nacional de Fotografía, que te hayan llamado o no para el Diari Indultat, que en búsqueda de google se rellene automáticamente el nombre al poner pocas letras, etc.

Los shudras (esclavos, obreros, campesinos). Son los curritos y pardillos de la fotografía. Están incluídos en ella la mayor parte de fotógrafos profesionales (p. ej. los “sociales” o antes mejor llamados retratistas), los fotógrafos transcendentales y aficionados con cierto reconocimiento, fotoperiodistas comunes, docentes de fotografía con aspiraciones, autores de algunas webs, visionarios con buena clientela, etc.

Se ha incluído en el gráfico a dos clases tan bajas que ni siquiera son consideradas como castas:

Los dalits o parias (oprimidos, intocables). Como en la India, trabajan en los espacios laborales permitidos por el sistema de castas. Tienen cabida aquí los que malviven de la fotografía o, peor aún, aspiran a ello y no lo consiguen: fotógrafos pseudo-profesionales (los numerosos que comprándose una réflex, y sin formarse, pretenden vivir de la terna BBC); también autores/artistas que vivan aún en el hogar paterno o en pisos compartidos, pequeños visionarios, falsos comisarios, directores de festivales locales, periodistas especializados con aspiraciones, coleccionistas, instagramers subiditos, etc. También pertenecen a esta casta la gran mayoría de aficionadillos de tres al cuarto -ya sean pirotécnicos o trascendentales-, incluídos nosotros, los Cienojetes.

En algunas partes de la India, aparte de los intocables, existía una casta de personas, los invisibles, que únicamente podían salir a la calle de noche. En términos fotográficos, inclúyase aquí a los que alguna vez pertenecieron a alguna casta superior y están en un momento muy bajo de popularidad/ingresos o han caído en el olvido. En el caso de los fotógrafos, generalmente suele ser gente que ya no hace fotos y vive de glorias lejanas que ya no volverán. Por ejemplo, todo aquel a quien en un pasado se le llamaba “maestro” y que ahora no conoce ni su vecino. Como son invisibles, en el gráfico no se les puede ver.

Hace pocos años, se pensó que los fotógrafos pertenecientes a esta subcasta de los invisibles eran los que no figurasen en el Diccionario de Fotógrafos Españoles. Sin embargo, con la aparición de las redes sociales, se ha demostrado que el estar o no en tan magna recopilación no tiene tanta importancia.

Fotos: Jon Uriarte

A diferencia del hinduismo, en que es imposible pasar de una casta a otra, en fotografía hay cierta permeabilidad. No hay que esperar a la reencarnación para cambiar de casta, sino que es posible ganar o perder altura por habilidad o por flojera, respectivamente. Por ello veréis que algunos personajes están en posiciones intermedias (ni fu ni fa), bien porque están en camino ascendente hacia la cumbre, bien porque pierden fuelle. Uno de los requisitos que habilita el desplazamiento entre castas es ser reconocido por los demás como fotógrafo (recordamos que esta condición no implica necesariamente la realización de fotografías). Ejemplo de ello es Jon Uriarte, experto en arrimar su sardina al ascua, aprovechando la popularidad ajena. Las habilidades para ganar posiciones, como ya hemos comentado alguna vez en el blog, no tienen por qué ir en consonancia con el talento fotográfico; las interacciones en las redes sociales (felacitaciones, likes, comentarios), contactos, críticas despiadadas, mecenazgos… y demás artimañas cobran aquí protagonismo.

Los yatis son subdivisiones dentro de la misma casta. Son agrupaciones muy endogámicas y cada una tiene sus normas, jerga y costumbres. Por ejemplo dentro de la familia pirotécnica de los dalits hay canonistas, nikonistas, leicanistas, pentaxeros… En este estamento los fotógrafos trascendentales se suelen agrupar en colectivos, efímeros por lo general.

En el hinduísmo la única vía de salida de la casta, aparte de la muerte, es la renuncia al mundo y la consagración al ascetismo. Las personas que escogen esta vía se llaman sadhus (ascetas). En fotografía este camino es aún más difícil, pues se obtiene mediante la renuncia total al ego. Yo sólo he conocido a un sadhu, quizá por haber trabajado en tierras murcianas: Carlos Moisés.

¡Ah, cómo se me podía olvidar! En la cúspide de la pirámide se alza Brahma, la deidad, de la que procede todo saber. En el ámbito de la imagen, se sitúa también en un nivel superior, uno que va más allá y que podríamos denominar post-fotográfico.

Un Comentario

  1. Desde el lado más oscuro de la fotografía, el de ser solo un mero aficionado al que sus fotos no importan a “naiden”, como ateo, “pateo” o no creyente…por mi la cúpula de la piramide con todos sus dichos a las espaldas, se pueden ir donde pico el pollo, ya que yo ni he ido ni voy a misa, tampoco a África.

  2. Sofío

    Resultado del NEXOFOTO-2017:
    Coges imágenes de streetview y le pegas unos dibujicos escaneaos que han perpetrado unos churumbeles, todo ello salpimentado con un buenismo.denuncia y…voilá!
    …viva la fotografía!!!!! jajajajajajaaaaaa….de traca, tú.

  3. ni flowers de quien coño son a excepción de una, García Rodero. Y lo tranquilo que se vive en los submundos, a tu pu** bola, guardandote lo mejor que has hecho para ti solo, sabiendo que nunca verá la la luz, al margen de las multitudinarias «felacitaciones» de los compis en las redes sociales, pero saboreando mucho ese like de un desconocido que navega desde la otra punta del globo.

  4. Ohh que buen articulo me ha gustado mucho ¡sige asi! 😉

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  6. Muy bueno el post , un saludo

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