Ahora descubro sorprendido que cuando me levantaba por las mañanas, miraba al frente y, todavía con los ojos entornados por el sueño, vislumbraba de forma borrosa el sol filtrándose por la cortina, estaba haciendo fotografía.
Ahora descubro sorprendido que cuando al incorporarme de la cama, enlentecido aún por las drogas de Morfeo, miraba absorto la pared desenfocada de mi dormitorio, estaba haciendo fotografía.
Ahora descubro sorprendido que cuando mi rostro desnudo saludaba a la mañana desde mi balcón, esperando el beso refrescante de la brisa, hacía fotografía.
Ahora descubro sorprendido que cuando, tras un rato corriendo, cansado me sentaba en un banco del jardín y, al quitarme las gafas para secarme el sudor, miraba alejarse a la gente difusa, estaba haciendo fotografía.
Ahora descubro sorprendido que cuando probaba a conducir sin mis lentes correctoras, para ver si era capaz de hacer un trayecto mínimo sin ellas, hacía fotografía.
Tantos y tantos momentos… Todo, todo este arte fotográfico se lo debo a mi astigmatismo. Y el descubrimiento de mis fotos sin cámara, de mi arte inconsciente, a la fotógrafa berlinesa Uta Barth, con cuyas imágenes ilustro esta entrada.
Durante años, aún hoy, los fotógrafos nos han insistido en que para captar buenas fotografías había que viajar a países lejanos. India, Sudeste Asiático, Islandia… El polo de atracción va cambiando de lustro en lustro. Ahora va por los países de la Europa del Este.
Luego nos dijeron que no hacía falta viajar lejos; que el mejor fotodocumentalismo era el de nuestro entorno: mi ciudad, su periferia, mi barrio, mi calle…
Uta ahora nos demuestra que no hace falta salir de casa para hacer fotos. Ni enfocar, ni ponerse las gafas siquiera, qué leches. «Llevo entre 12 y 15 años haciendo fotos en mi hogar. Para la experiencia visual que busco no necesito salir a buscar fuera».
Uta ha expuesto y ha visto adquirida su obra por numerosas instituciones y museos públicos: el MOMA, el Guggenheim y el Metropolitan de Nueva York; el MCA de Chicago; la Tate Modern de Londres; el Magasin 3 de Estocolmo; etc. Ahí la tienes. Creando y vendiendo sin parar…
Yo menos mal que tuve la suerte de descubrirla el año pasado en una galería, donde expuso sus catorce momentos de ‘ensimismación doméstica’. Antes mi vida era un no parar de darle vueltas a la cabeza buscando temas para mis proyectos; y un recorrer kilómetros y kms en busca de fotos… Ahora ni me quito el pijama. He cancelado mi viaje a Utah y sólo espero, solo en mi aposento, el momento en que la luz me habla…
Tomad nota, emergentes.
Reblogueó esto en ignaciogonzalezblog.