Los 7 pecados capitales en la fotografía: la lujuria

Lo confieso. Ni Cartier Bresson, ni Stephen Shore, ni Capa, ni Soth. En esto de las fotos, mi referencia más absoluta es Spencer Tunick. Bueno, él en realidad se considera un artista visual, así que precisamente por eso creo que es un fotógrafo muy contemporáneo.

¡Y tan visual! Admiro a este tío porque como ya se dijo de él es el “que más gente desnuda ha visto en la historia de la Humanidad”. Yo sueño imaginándome que de mayor soy como él; trabajando entre cientos de cuerpos desnudos, en esas enormes instalaciones -como él, que es muy listo, gusta llamar a sus trabajos-, colocando a la una y al otro en la posición que yo quiera… Cachondo perdido por dentro pero disimulando por fuera con un rictus serio y reflexivo, de profesional de la performance fotográfica. Dominando la escena, vigoroso.

En 2003 el colega vino a fotografiar a Barcelona, batiendo su record de voluntarios. Y allí estaba yo, de modelo suyo entre 7000 personas en porretas. Es que como los españoles de calientes, ningunos, oiga. ¡Me puse fino, queridos! Ya me hubiera gustado hincharme a hacer fotos, pero no había forma de esconder la cámara sin que fuera descubierto. ¡Ay, lo que hubiera disfrutado con unas Google Glass de esas que venden ahora…!

Y digo yo. ¿Quién en realidad reflexiona ante estos paisajes desnudos, esas masas de cuerpos en pelotas en espacios públicos, sobre el significado verdadero de la desnudez humana? ¿Quién se calienta la mollera sobre dónde están los límites entre lo púbico y lo público, lo moral y lo inmoral, lo permitido y lo prohibido, lo gregario y lo solitario, Sodoma y Gomera, etc.? ¡Nah! Lo que Tunick despierta en cada uno de nosotros es el insaciable voyeur que todos llevamos dentro. ¡Pocas noches he pasado yo descargando imágenes suyas de internet e interpolando a machete para poder ver bien los detalles…!

Hace meses le envié mi c.v. a Spencer a ver si me contrataba como ayudante. Pero no he obtenido respuesta. Así que, para satisfacer mi voyeur fotográfico he optado por un plan b: un curso de fotografía de desnudo artístico, para convertirme en el nuevo Helmut Newton, otro de mis ídolos. La crisis no ha podido con el culto al cuerpo y estos talleres siguen teniendo demanda. Hay buenos tutoriales on line del tema, pero ya sabéis que para aprender cualquier cosa lo importante es el contacto directo. Aquel que quiera dominar por completo el arte ecuestre tiene que saber montar a pelo.

helmut-newton

Lo primero que hice fue asegurarme de que el curso incluía prácticas con un modelo real, que éste era mujer y que habría desnudo íntegral. La fotografía artística de desnudo tiene que ser sin ropa: con lencería tiene su cosa, pero esas fotografías con tanguitas o con telitas pudorosas tapando pubis no llegan a ser fotos potentes, lo siento. Pero tengamos en cuenta que los buenos talleres de este tipo se caracterizan por no utilizar el cuerpo como mero objetos de reclamo publicitario; el concepto y la reflexión están por encima de todo eso. Eso es lo que yo buscaba; así que mucho cuidado con llamarme salido y pensar mal, ¿eh?

El día correspondiente me encaminé, con mi réflex, hacia el taller. Salí con unos pantalones anchos, con la holgura suficiente como para estar cómodo a la hora de moverme para disparar. Portaba además mi colección de pepinos y las tarjetas limpias como el jaspe. Como me temía, la gran mayoría de los asistentes eran maromos, con un rango de edad concreto, muy interesados en el mundo de la fotografía de desnudo, pero sólo femenina. Me llamó la atención uno, que iba todo el día con un objetivo de serie L bien tieso y que solía limpiarse cada cierto tiempo la babica. Se ve que tenía problemas digestivos.

El tiempo pasaba lento con las explicaciones, hasta que llegó la anhelada sesión con una modelo que estaba como un tren. Cuando llegó mi turno de practicar, comencé como un poseso a disparar en ráfaga desde todas las posiciones. Perdí el control. Comencé a gritarle a la modelo expresiones del tipo: «¡¡Sí, así, más, dámelo todo…!!» Yo no paraba de ponerla en distintas posturas, que había aprendido gracias al maestro del modelaje, hasta que me pasé de incidente, tocándola exposímetro en mano. Me expulsaron del taller.

Aun así, la experiencia me sirvió para empezar a entender de qué va esto del desnudo artístico; a dominar luces, composición, encuadres, poses. Fui a la biblioteca y saqué algunos libros especializado en el tema, que estaban muy manoseados, la verdad.

Al mes había conseguido montar un discreto estudio en el trasterete de mi vivienda, con un cómodo minisofá para re-posar, un par de sábanas y un buen trípode. Ahora que ya me había especializado e incluso llevaba tiempo profundizando en el tema en algún que otro foro, llamé a unas cuantas amigas intentando convencerlas para que posaran para mí. Angelines fue la primera que picó pero desgraciadamente la cosa terminó mal. Me demandó porque casi pierde los pezones por congelación, de tanto que le froté el cubito.

Un Comentario

  1. Ya echaba de menos echarme unas risas con vuestros artículos. Buena reflexión y artículo.

  2. He olvidado un pensamiento que me ha sacudido cuando comentabas los talleres de Desnudo… ¿no tenéis la sensación de que parece que para ser reconocido como buen fotógrafo, por coj… tienes que tener desnudos en tu portfolio? …por comentar.

  3. conchi

    Que buenos sois…y que bien reflejais el mundo de las tfcd…sólo veo fotos de dudoso gusto de chicas desnudas…que debe ser lo más…

  4. Marcos Ferreiro

    Fíjate tú que la fotografía de desnudos nunca me ha llamado, pero quizá lo reconsidere. Buscaré en google lo del hielo para no verme en un lío. Se os echaba de menos.

  5. Julio Sánchez Millán

    ya os echaba de menos menudas vacaciones, aunque es comprensible con los desnudos politicos que hay de tanta corrupción no nos queda tiempo para dedicarnos a nuestra vida fotográfica. Nuestra mente se nos oxida de tanto sudar. Más ahora vendrán las votaciones del ser o no ser y nos desnudaremos de nuestros malos pensamientos de ensueños fotográficos…

  6. pacopetas

    Ese tal Tunick es como aquel que plantó miles de sombrillas en una carretera…concepto genial si, pero absurdo al cien por cien.

  7. Juanrra

    Buenísimo. Ya se os echaba de menos.

  8. Durante un tiempo trabajé de modelo en academias de dibujo y escultura. Una vez me entró uno que quería hacerme fotos de desnudos pero no tenía dinero para pagar, pero a cambio me invitaba a comer. le expliqué que no dejaba que me fotografiaran porque nunca se sabía dónde podía ir a parar ese material, mucho menos a cambio de un plato de comida y tener que darle conversación 🙂

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