Desde que era adolescente, me gustan las emociones fuertes. Y desde que cayó en mis manos un libro de Weegee, quise ser fotoreportero. Aspiraba a recorrer el mundo haciendo click en el momento oportuno y en el lugar exacto y, tocando las conciencias de miles de personas, contribuir decisivamente a solucionar graves problemáticas. Me soñaba con varios Pulitzer…
Persiguiendo mi sueño, entré a trabajar como fotógrafo en un diario local, de esos que en los años de bonanza se repartían gratis porque iban petados de publicidad. Pero a lo más que llegué, en cuanto a lo de las sensaciones fuertes y el peligro, fue a hacerle una foto a los pollos de una granja en la época de la gripe aviar.
Ya en esos años, los de mi gremio mirábamos con envidia a los que hacían fotografía de autor. Y no sólo porque se daban mejor vida que nosotros, sino también porque con ese nombre de autor parecía que el resto de la fotografía, al no tener ningún valor artístico-intelectual reconocido, era anónima, desdeñable, pasaba sin dejar huella… Así que a mis agotadoras jornadas de trabajo con la cámara, añadía yo horas para proyectos personales, esos en los que sí estaba mi persona, no como en los encargos del periódico. Durante años le di al fotodocumentalismo, usando mi Nikon FM2. Trabajar con película suponía añadirle un plus de autoría a mi trabajo, aunque también un plus de latas de conserva a mi régimen alimenticio.
Fueron tiempos duros pero bonitos. Recuerdo un proyecto en el que empleé dos años para documentar la zona de prostitución callejera de detrás del Eroski y gracias al que trabé hermosas relaciones amistosas con mis fotografiadas… Y es que yo no sé trabajar sin implicarme a fondo. Si no iba a llegar a triunfar como Capa en Magnum, al menos llegaría a ser conocido como Colom, pensaba.
Pasó el tiempo, llegó la crisis. Al mismo tiempo que el Chicago Sun-Times despedía a sus fotógrafos y repartía smartphones a sus redactores, a mi me mandaron a la puta calle y sin finiquito. Pensé que era el momento de dar el salto, de desempolvar aquellos negativos. En cuanto algún influyente cazatalentos viera esos currados trabajos de autor, los viajes apresurados en vespino, estilo repartidor de pizza, para llegar a tiempo a la noticia y a entregar las fotos en la redacción, pasarían pronto al olvido. Otra cosa sería sacar tajada, pero al menos mi autoestima se recuperaría un poco si lograba exponer en PHE.
Sólo hizo falta un visionario para abrirme los ojos. Al enseñarle mis fotos me dijo:
– «Sus proyectos no me despiertan el más mínimo interés, no tienen actualidad . Mire usted, —añadió— se es fotógrafo por estilo o por tema. Usted no tiene estilo, búsquese un buen tema».
– «Claro, —pensé— quizás lo que pasa es que cuando las fotos no valen mucho, el tema es súper importante. Una foto se hace potente con un tema potente, joder».
Así que ahora ando buscando tema. Pero arrastro un lastre adquirido en mi época de fotoreportero: me creo un salvapatrias, como dice Ricky Dávila al hablar de su pasado. Hace años, por ejemplo, me pensaba que con mi trabajo sobre el urogallo del cantábrico iba a frenar su extinción; y ya me diréis dónde leches iba con ese tema, si le puede interesar a alguien aparte de Joaquín Araujo y algún fotocazador.
Para encontrar un tema atrayente, he empezado a mirar por internet. Yo no quiero traicionar mis orígenes, quiero seguir siendo un activista fotográfico. Y he encontrado una nueva hornada de fotógrafos documentalistas muy interesante y con un punto en común en sus proyectos: sus fotos a primera vista no parecen gran cosa, pero el tema es can(l)dente y moralizante. Saben que lo decisivo no es el instante, sino el asunto. Están acaparando todas las becas y concursos del momento, porque recurren al morbo para estimular la mirada de los jurados.
Uno de los trabajos fotodocumentales que más me ha gustado es «Young Love«, de Karen Rosetzsky. Un original estudio sobre el amor entre parejas jóvenes. Fue verlo y encargar el libro.
Creo que una buena parte de estos enfants terribles de la nueva fotografía documental se inspiran en el cine: se han dado cuenta de que los papeles que suelen nominarse para los Oscars son los dramas humanos intensos, frente a lo cotidiano o lo cómico. Otros, seguro que en la televisión, como mi amigo Benito con su nuevo proyecto. A primera vista, al verlo en su web, dudé entre si aquello podían ser fotos de personajes de «Gran Hermano» o de futbolistas de éxito, porque todos se parecían a Ronaldo o Beckham. Resultó ser un polémico proyecto sobre una pandilla de metrosexuales de Alcobendas.
Con una maestría digna de alabar, Benito ha adaptando la teoría del concepto al fotodocumentalismo y en su web había un gran texto reivindicativo, repleto de palabras como cuestionamiento, integración, marginalidad, experiencias, visibilización, sentido y sensibilidad, prejuicios, transformación, etc. A pesar de que, desde que es fotógrafo de éxito, Benito lleva una vida de lo más tranquila en su chalet de La Moraleja, cualquiera diría al ver las fotos de este proyecto que vive como Nan Goldin, Terry Richardson o García Alix. ¡Y eso que lo hizo en dos fines de semana! Y es que la fotografía, como dijo alguien, siempre miente.

Nan Goldin
Genial post.
Ahí le has dado!!!
No importa si llegas a ser un autor de alto copete o un repartidor de noticias en periódicos gratuitos. Tienes una visión de la fotografía muy irónica y certera y resultas simpatiquísimo. De todas formas, no hagas caso a nadie de esos jueces de PHE o de donde sea, sigue haciendo fotos con lo que tengas a mano y cuida la alimentación, no vayamos a tener un disgusto con las latas de conserva.
Muy buen post, me identifico. Yo tambien empecé en un gratuito, hace un año. La crisis no fue tal, un mero reseteo a la calidad de vida y a lo laboral. Fuera de eso el gratuito donde trabajaba hasta hace poco era simplemente estafa piramidal, 600 euros al mes cobrando cada dos meses y si puedes te das de alta en Autónomos… llevo cincomil en material fotográfico. Es lo que hay, pero entraban más de 37mil euros en publicidad… como me decía el bueno de Fernando Arévalo, se vanalizó la fotografía y solo le podríamos sumar » y tampoco quedan empresarios dignos, que quieran pagar a un profesional, ni a los que llegaran a serlo». Ahora sacan fotos de face, con movil y lo que sea «gratis».
El «tema» no es que haga a las fotos mejores, es más bien como el dicho: A falta de pan, buenas son las tortas.
😀
desgraciadamente ser un artista talentoso no quiere decir q no sea astuto, oportunista y abicioso… otra cosa es que realmente crea y sienta lo q hace.
Reblogueó esto en Fran Martí.
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