Los 7 pecados capitales en la fotografía: la gula

Hermanos, los tiempos han cambiado. Hace años mi padre bendecía la mesa antes de comer. Ahora le ha dado por sacarle una foto a la comida y subirla a Instagram.

A priori podría pensarse que entre los siete pecados capitales de la fotografía no estaría la gula, que hay poca relación entre el tocino y la velocidad (de obturación). No se a vosotros, pero a mí la gula me condiciona tanto o más que otras tentaciones.

Por ejemplo, yo que soy una persona con mucho ardor, no del pasional sino de estómago, paso muy mal rato cuando entro en las redes sociales. ¡Venga fotos de comidas! (que si al menos fueran de las que provocan el pasional…perdón, me estoy yendo de pecado). Las fotografías de platos de comida son uno de los máximos exponentes de la fugacidad y nimiedad, imágenes que son vistas cuando el objeto retratado ya no existe normalmente. La mejor expresión de la famosa presencia de la ausencia.

Antes ese tipo de fotos tenían su encanto, perduraban en el tiempo. Basta con recordar esas fotos de platos combinados descoloridas por el sol, perennes  en los escaparates de los restaurantes. ¡Cuánta sabiduría fotográfica escondida detrás de esas infravaloradas «Spanish Surfaces»!

La decepción que se llevan los turistas cuando ven que realmente el pan no es azul es mayúscula.

Ahora todo es más conceptual, las fotos de brownies hasta despiertan el interés de sesudos análisis del tipo ¿Por qué todas las fotos de comida en Instagram se enfocan desde arriba? Pues no sé, pero yo he probado a enfocar desde abajo y sólo me sale el chicle de debajo de la mesa. Por cierto, también se pueden fotografiar los restos de comida y decir que haces knolling.

Con un par (bueno, alguno más) – Foto de Emily Blincoe

Sin embargo, a mí lo que me tiene traspuesto es la siguiente paradoja. Estamos en la era en la que más fotos de comida se difunden por minuto. ¿Cómo puede ser la misma era en la que hay más cartas de restaurantes ilustradas por fotografías de lo más repelente? Yo trabajé en un bar durante los fines de semana para sacarme unas perricas y el dueño me puso a hacer fotografía de producto porque decía que mi móvil parecía de los buenos. A juzgar por Instagram es fácil conseguir que un plato de comida parezca apetecible, así que acepté el encargo. La verdad es que al final la foto de un plato de caracoles se acabó pareciendo más a una batalla sangrienta entre ellos. Hay que reconocer que tiene un punto Ricardo Cases en «La caza del lobo congelado». ¡Cuánto daño me sigue haciendo la fotografía contemporánea!

IMG_1066

Foto de la carta del restaurante «Los soportales» de Murcia.

Los efectos de la gula quizás se los debemos a la fotografía digital. Yo ahora fotografío hasta las cáscaras de las pipas porque es gratis. Y enviar las imágenes también, ya no hay que pagar los MMS esos viejunos, ahora podemos dar por saco a todo el mundo con materia que, para cuando ellos la ven ya se ha convertido en otra sustancia menos fotogénica y de color más uniforme.

Tengo que reconocer que soy un adicto al  fast-food-shooting en general, no sólo de motivos culinarios. Sé que las fotos que saco con mi móvil se preparan rápido, son de poca variedad y tienen ingredientes poco enriquecedores, por lo que calman el hambre a corto plazo pero estropean la salud visual a largo. Algunas de ellas las enseño como si fueran canapés, paso el móvil cual bandeja entre los presentes para que las vean. Atrás quedó la era en la que las sacaba en papel, las ampliaba y las ofrecía para disfrutar en solitario, como un buen chuletón. Me he acabado dando cuenta de que la fotografía actual, como diría Bauman, se bebe, a tragos enormes y sin paladear.

¡Es la foto canapé más flipante que jamás haya olvidado en dos segundos!

De todas formas, yo tengo claro que lo que más me gusta de la fotografía es asistir a los saraos e inauguraciones, que ponen jamón (aunque sea del Mercadona) y vino cabezón. ¡Me pongo magenta cada vez que voy!

 

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  1. Pingback: 27 de febrero 2016. Wrong Photography. Thomas Mailaender. | gabrielacendoya

  2. alec shoting

    Yo estoy pensando en ir un paso más allá en al conceptualización fotográfica y retratar (a la máxima resolución posible, estoy pensando incluso en una cámara de placas) los dientes de los comensales o, mejor aún, el estado del lobo disecado tras ser congelado y descongelado varias veces, digo esto pues mi intento de dotar de contenido los platos sucios y las sartenes no ha sido bien acogido por la envidiosa comunidad fotográfica (incluso mi mujer- que no entiende mi arte- me ha dicho que menos fotos y más fregar).

  3. Carla

    Me encantan tus reflexiones sobre los siete pecados capitales de la fotografía, sigue así 🙂

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