Acabo de volver de mi primer viaje fotográfico. Al igual que muchos otros antes, he creído indispensable recorrer la geografía del país para documentar mi particular visión de sus habitantes. Y sí, lo reconozco, me he inspirado en (bueno, he querido plagiar) la obra de Robert Frank.A mí me pasa como a muchos de los lectores de este blog, que cuando veo unas fotos que no están correctamente compuestas, enfocadas o expuestas enseguida acabo pensando: «¡eso también lo sé hacer yo, no te fastidia!«. Con la obra de «Los americanos» de Robert Frank es automático, me sucede casi con cada página. Yo me compré el libro porque pensé que al menos compensaría por los paisajes de los parques nacionales. Pues ahí mi primera sorpresa, porque este hombre al parecer carecía de bagaje fotográfico y no tenía ni idea de quien era Ansel Adams. Si hubiera visto alguna de sus fotacas del Yosemite estoy seguro de que cambia la ruta lo que haga falta con tal de estar allí al amanecer, con el filtro de densidad neutra preparado, su trípode y venga a hacer números para sacar las dichosas zonas. Pues no. Lo más parecido a un paisaje son cementerios, buzones y poco más. Se centró en lo que venían siendo los habitantes de EE.UU. en aquella época.
Así que después de hojear el libro durante varios días me decidí. Había llegado el momento de dar a luz mi obra más seria: Los españoles, de Nacho Canon. Como sólo tenía dos semanas antes de tener que fichar otra vez en el paro, debía aprovechar muy bien el tiempo. Al igual que Frank, yo también conseguí una beca para desarrollar mi trabajo. Acudí a un edificio bastante concurrido, pregunté por un señor, un tal Mecenas, y me dieron unos 420€ metidos en un sobre. A mí la cosa me parecía un poco rara, pero para mi tranquilidad la transferencia quedó claramente anotada a mano en unos papeles. No me consta que se tratara de ningún chanchullo.
Ya en la carretera, iba rememorando el libro de Frank en busca de imágenes similares. Yo también quería empezar el libro con un interrogante sobre quién se esconde detrás de la bandera del país. Lo que pasa es mi foto iba a ser más complicada. Tenía que encontrar a 17 personas distintas detrás de 17 banderas distintas para que aquello tuviera algún indicio de veracidad. A ver dónde iba a encontrar yo eso, porque no hay ninguna Eurocopa ni Mundial cerca, y es en el único sitio donde he visto algo así.
Me fue muy fácil reproducir algunas fotos de gasolineras desiertas en medio de carreteras por las que no pasa nadie y de coches tapados con lonas. Personas de todas las edades sentadas en los bancos de los parques un lunes por la mañana y sucursales de bancos vacías. Otras escenas me resultaron más complicadas, ya que por ejemplo me cruzaba con más desahucios que entierros, y también me fue casi imposible encontrar cafeterías tan llenas de gente como las de Detroit, así que opté por pasarme por los comedores sociales ya que ahí no tendría problema de concurrencia.
Como mi beca no era muy cuantiosa tuve que dormir principalmente en mi propio coche, el cual compartí durante tres noches con dos inmigrantes que cada vez tenían más claro que se habían equivocado de país. Opté por alimentarme con fast food, puesto que pensé que así aumentarían mis posibilidades de hacerme con una buena colección de fotos de jukebox con las que ponerle estribillo a mi trabajo. Pero los sitios de comida rápida están decorados como si fueran pubs selectos y no había ni rastro de las jukebox. Eso sí, al menos pude llevarme un fotón de un bebé que, pese a que apenas gateaba, ya estaba devorando una hamburguesa doble.
Cada vez fui siendo más consciente de que me había embarcado en una aventura que me superaba. Mi aspecto cada vez más andrajoso sólo atraía a un número creciente de fotógrafos armados de teleobjetivos. Decidí entonces agarrarme a mi única esperanza, tenía que encontrar a una ascensorista de mirada triste, ignorada por los ocupantes temporales de su segundo hogar. Como un auténtico imbécil fui subiéndome en los ascensores de todos los edificios de más de 15 plantas de las principales ciudades por las que atravesaba. Entrar y salir. Nada. Probar suerte en el hotel de al lado. Nada. Y fue una tarde cuando me di cuenta de que me había enamorado, aquella voz femenina que repetía en uno y otro edificio «Planta baja, puerta abierta» se había convertido en mi más preciada compañía. Había llegado la hora de dejarlo, se me había ido la bola.
Completamente decaído, hundido tras comprobar como mi proyecto fotográfico se derrumbaba, soñé al menos con la posibilidad de llevarme a casa una fotografía que ilustrara el incierto futuro de todo viaje fotográfico, una imagen como la de esa carretera que se pierde en el horizonte en la U.S. 285 de Nuevo México. Me dejé llevar con el coche, buscando un lugar en el que me invadieran las sensaciones de incertidumbre. Pero qué mala suerte la mía, me dio por coger una de tantas autovías que acaba de forma abrupta en un bancal, por falta de presupuesto.
¡¡¿¿Pero esto qué es??!!. Yo creía que le íbais a dar cera a Mr. Robert PutoAmo Frank, y en lugar de eso me encuentro con esta reflexión depresiva y mohína!! ¿Qué ha pasado, habéis estado viendo los informativos?
Tampoco os culpo. Como sigamos así al NY Times no le va a hacer falta encargar a Samuel Aranda que retrate «la España actual». Con tirar de archivo y sacar el Deleitosa de Eugene Smith…
Y luego algunos personajes os acusan de no tener ni idea de fotografía… Que grandes…
Yo quiero ver la foto del bebé devorador, por favor!! Esa hamburguesa más grande que su propia cabeza seguro que tiene mérito.
Es que tienes que esperar a que salga el fotolibro, que luego nos la roban y aparece en otros fotolibros…
Ciertamente habeis perdido fuelle… mucho fuelle.
La siguiente entrada a este paso, segúramente ya no tendrá ni puta gracia. ;-/
Una pena.
Estimado Digital Forever,
Vamos a dejar este comentario para ilustrar que aceptamos las críticas y estamos dispuestos a devolver el dinero que cuesta ver el blog, así como a compensar todo daño psicológico que pueda causar nuestro decepcionante sentido del humor.
A mandar, compañero.
Debo reconocer que me ha defraudado esta semana el artículo porque no lo esperaba de este blog. Eso sí, como comentario ácido sobre la actualidad, no tiene precio.
Chinchín de nuevo, chicos! gran sentido del humor, acidez, ironía y conocimiento del medio. Pena que haya que esperar una semana hasta el siguiente post…
Muy buena la ironía, inteligente y sutil a la vez que ácida, inspiradora y con vocación de formación… que siempre enriquece a uno. Y de nuevo surge la necesidad de intentar recabar más información sobre el nombrado, para poder comparar, pensar y así de una forma u otra llegar a un argumento creíble, aunque sea para uno mismo; que ya es suficiente.
Según mi amateurísima opinión, no creo que constituya el cisma de la fotografía de lo cotidiano, y tampoco que estemos frente a la ultima leyenda viviente de la fotografía mundial. Tampoco creo que tenga mucho que ver con la escuela de Nueva York, – hay un cierto empeño constante en colocar a cada uno dentro de una casilla como en el juego de la oca, y a veces los dados te dan número para saltar varias de ellas a la vez – ni con la generación o movimiento Beat, a excepción de haber conocido a Jack Kerouac que le introdujo en el mismo, y porque compartía el rechazo a las normas generales de la época, pero esto fue cuando “Los americanos” ya estaba finalizado”
Según mi opinión, le gustaba hacer fotos y se sentía fotógrafo. Tuvo la suerte a través de un amigo influyente (Walker Evans) de conseguir una beca, que le dio opción a poder viajar durante dos años por todo el país, y lo aprovecho. Porque lo que si es cierto es que sentía curiosidad por todo el aroma a nuevo…y él había viajado poco. Trajo 28.000 imágenes, de las que él seleccionó 1000 que mostrarán el lado que quería mostrar y de las que finalmente quedaron 83 para la edición del famoso libro.
Y en este caso (la selección para el famoso libro) la centró en las tristezas que se esconden tras las alegrías, los fracasos tras los éxitos, la soledad tras la multitud… y, en fin, toda la bipolaridad humana y social que existe…y en todo aquello que escondía entonces – y sigue escondiendo- la promesa del sueño americano. Asumió un riesgo importante, pues conocía las consecuencias de lanzar al público lo que no les gustaba ver de su país.
Hubiera podido volver con mil posados, pues entonces no todos los ciudadanos de a pie en su casa tenían cámara de fotos y les gustaba ser fotografiados, no como ahora, pero no lo hizo, su intención no era tal vez el momento preparado de Bresson.
No se preocupó por técnica, academia, ni escuela. Se dejó guiar por la intuición. Y como la vida no es estática y tampoco una pose, pues capturó de forma espontánea y casi mecánica aquello que atraía su mirada. Tal vez esa fresca independencia, esa rapidez y falta de reflexión es el principal motivo de su éxito editorial, frente a la fotografía encorsetada de la época. Pues le damos ese valor.
Después dio pie a las mentes calenturientas y atormentadas de intentar descifrar el porqué de cada una de sus imágenes; y cada uno de los que las leyó las interpretó de una forma. Y cada forma por las que fue interpretada dio lugar a una tendencia, y cada tendencia a una escuela… es el irremediable y cómodo “ciclo de la vida en fotografía”
Si en los 30 viajó Evans y en los 50 Frank, más tarde en los 70 la experiencia sería a cargo de Stephen Shore, y algunos más. Con lo que ni ha sido el único, ni será el último. Cada uno viajó, cada uno viaja, con un bagaje, un planteamiento vital, una mirada, una visión, una versión. Cada uno tiene sus momentos decisivos, que simplemente son momentos.
Según mi opinión, le gustaba hacer fotos, hay unas mejores que otras (para cada uno de nosotros,- me refiero a los que no hemos ido a la escuela – serán diferentes…menos mal) y creo que al título del libro deberían haber añadido “Los americanos bajo la mirada de Robert Frank”
Materamateurísima.
información, emoción, ironía, cultura,delicadeza mordaz, historias, historias de fotógrafos, que aparezca Kerouac, los viajes por América, nómadas o travelers, aventuras, visiones, 28.000 imágenes trabajo y vida. Me gusta que me sorprendan y sentir curiosidad por saber mas.
gracias.
El post algo diferente a los anteriores, por estar contado desde una posición mas «intima» me ha parecido estupendo.
thanks too
interesante información lo del número de fotos que hizo. Siempre me pica la curiosidad saber cómo trabajan, gracias
Muy bueno y con una gran satira 😉
Lo Leí el otro día, y siempre me gusta tu fina ironía Creo que deberías cambiar el apellido Canon por A99, mola más.
Un abrazo
Rafael Roa
Maestro,
Con lo que cuesta hacerse un nombre estamos para cambiar apellidos. Eso sí, cuando incorporemos becarios de esos que no cobran le obligaremos a que se apellide así.
Saludos y gracias por seguirnos la pista.