Estoy frito, de verdad. Muy tocado. Muy jodido. Os cuento, queridos:
Hace unas semanas decidí apuntarme a un taller fotográfico de esos de reflexión personal. En realidad yo ya he hecho muchos cursos, pero todos técnicos: del fotochop, del lairum, de iluminación, de manejo de réflex, de HDR, de desnudo (jeje, estos me gustan mucho, vaya, porque normalmente las modelos… ¡tela!)
Pero ya sabéis que tanto Nacho como yo hemos decidido ser modernos. Y claro. Hace falta un taller de esos en los cuales te enseñan a ser profundo, ¡a creaaaar!
El taller llevaba por nombre: Fotointrospección creativa. Vaya títulín, ¿eh? La primera vez que lo leí me quedé traspuesto. Me sonaba a chinorris. Pero un amigo lo había hecho y me dijo: «¡Corre ves, hombre, que ya verás como te gusta y aprendes! Yo soy otro desde que lo hice…». Así que me animé a ir sin saber bien a qué iba y a pesar de los 200 pavos que costaba y de que era en Madrid. Pero, ¡vaya si aprendí! Que para nada me ha dolido gastarme los dineros (taller + viaje + pensión piojosa + comidas + cubatas, esto último no lo perdono) ¡Qué va! ¡Deseando estoy de hacer otro, coño!
Una de las cosas que había que llevar era un porfolio. Y especificaba que en papel. Pregunté a varios qué era eso y me dijeron que no era más que una serie de fotos. ¡Joder, ¿qué tontá es esa de llevar fotos en papel?! Eso, queridos, ya no se lleva. Creedme: lo que es necesario es un buen disco duro. Yo tengo uno de 9 teragigabytes y ya está casi petao de fotos que veo de miedo en mi pantalla amoled de 40 pulgadas de eslora.
Tras hacer el taller os tengo reconocer que me he quedado con la sensación de que me la han metido doblá. ¿Por qué? Amiguitos, sin mas dilación paso a contaros como transcurrió un taller de fotografía que duraba 14 horas (una tarde y un día completo):
PRIMER DÍA DEL TALLER
A las 16:00 estábamos citados con el profesor. Entre que la peña llega tarde y él también, hasta las 16:30 no empezamos. Pero es que lo primero que hace el experto es poner música (se tira un rato buscándola en el espotifai) y decir que hay por ahí disponible una cafetera malucha. Esa máquina durante todo el curso le va a ayudar a perder/ganar tiempo. La peña empieza a echarse cafés, tes e infusiones ¡porque son gratis!. Aquí llegó mi primera decepción, porque yo me esperaba encontrar un público mayoritariamente femenino y aquello parecía un campo de nabos, señores. Mal panorama para arrimar la cebolleta…
17:15. El profe nos habla de su trayectoria, de lo que ha hecho y va a hacer. Me quedo flipado con su C.V. Lo que no dice ni enseña es la cámara que tiene. A mí eso sí que me interesaba. Pero seguro que es una Hasselblad o incluso ya tendrá la Eos 5d Mark VI de la que hablamos la semana pasada… A todo esto, entra uno en la sala que dice que es el coordinador del curso y vuelve a presentar al que se presentó solo antes. Pasa lista y después de decir que hay una biblioteca de libros de fotos por ahí para ojear, se va al fin muy contento con cara de dólar.
18:00. No se le ocurre otra cosa al profesor que ponernos en corro y que digamos quienes somos, por qué hemos decidido hacer el taller, etc. Asi que la peña empieza a enrollarse y uno hasta casi llora. Yo sigo con mucha atención todo lo que dice la gente, ya que todos tienen unas vidas interensantísimas y las motivaciones son diversas. Todas las explicaciones van siendo comentadas por nuestro enrollado profesor. Terminada la ronda de presentaciones de gente que no veré más en mi puñetera vida, el maestro propone hacer una pausa.
19:00. Es hora de hacer el kit-kat. Más cafés para la peña, que aprovecha para hacer aguas menores y mayores. Y como sólo hay un váter, pues más tiempo a la suma. Me tomo un café bien cargado porque tengo sueño.
19:45. El tío enseña unas series de fotos suyas. Que si ésta la hizo en Ucrania, que aquella son retratos de su abuela de Cuenca… También saca unos libros. Como tiene rollo y entre que fotos y libros tienen que ir pasando de mano en mano se hace la…
20:45. …hora de acabar. «Bueno. Esto termina a las nueve y con la hora que es pues no vamos a empezar con lo siguiente y dejarlo a medio. ¡Zagales, nos vemos mañana! No olvidéis traer vuestras cámaras y los porfolios quienes lo hayáis traído. En pendrive o en papel, como queráis» Pero, ¿no era obligatorio en papel? ¡Cagüen!
En fin. Me marcho en solitario del sitio, no sin antes guiñarle un ojo a la guapa del curso en el ascensor, y vago por las aceras intentando asimilar todo lo aprendido. En la próxima entrega os cuento el 2º día, en el que enseño mis fotos y…
Animese hombre. Deseando estoy de saber como termino todo
Grandioso. me he sentido identificado. Salvo en la última parte, en el curso en el que estuve yo no había guapas.
La foto del ascensor es la famosa de Robert Frank, no?
Elevator girl ¡Muy bueno, Canalejo!
jajajajajajja, no te conozco de nada, pero no puedo esperar tanto tiempo a que me cuentes el segundo día!!jajajjajaja…es que me parto!!!jajajajajaj
kiero seguir la historia… 😀
Pingback: Ricky Dávila sufre un accidente de pirotecnia visual | Cienojetes
Pingback: Carta a los Reyes Magos | Cienojetes
Ahora me alegro de que me di cuenta cienojetes.wordpress.com, exactamente la información adecuada que quería!
Pingback: Trasciende tu imagen | Cienojetes
Estoy pensando en si debería apuntarme a un curso para ser profunda y otro para aprender a hablar enrevesado…
Pingback: ¿Se puede vivir de la fotografía de autor? | Cienojetes
Pingback: Cienojetes, los Daft Punk de la fotografía
Pingback: Los talleres son los trailers | Cienojetes
eso es idep¿? si no, se parece mucho! XD